martes, 25 de marzo de 2008

“Revolución sexual”, vuelta al género.

Los años 80 son, en Estados Unidos, marcados por la crisis económica y el reforzamiento del moralismo más conservador, simbolizado por el desarrollo del movimiento (antiabortista, pero también antifeminista y extremadamente lesbofóbico). Es la época del auge del movimiento lésbico (feminista, separatista o radical), y a la vez de una "revolución sexual” que desde este mismo movimiento lésbico, se puede leer más bien como un retroceso teórico y práctico, con una vuelta al pensamiento masculino-gay y una relectura despolitizante del concepto de género.
En el interior del movimiento feminista, estalla un fuerte debate, cuyo punto álgido es la Conferencia anual del Barnard College de 1982, que se proponía analizar la « política sexual » del movimiento. Por un lado, se desarrolla una línea “liberal” en torno a la sexualidad, con reflexiones como la de Gayle Rubin. Según su análisis, el problema radica en la jerarquización de las sexualidades, situándose arbitrariamente en la cúspide la heterosexualidad reproductiva y monógama, mientras que las sexualidades son discriminadas y condenadas. Desde este punto de vista, lo importante es conseguir una alianza de todas las minorías sexuales que de una u otra manera subvierten a la heterosexualidad (Rubin, 1984).
"Gayle Rubin es una antropóloga americana, teórica feminista desde un comienzo"

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